Cuentos de Playa

EL DOMINGO DE LA TORTILLA EN LA PLAYA

Érase una vez, una tortilla llamada Pati, que iba todos los domingos a la playa metida en un «taper», o en una bolsa de congelados.

Pati estaba harta de que, siempre, en verano, cuando iba a la playa, se ponía perdida de arena, sobretodo cuando hacía mucho viento.

Cuentos cortos - El domingo de la tortilla en la playa

Ni «tapers», ni bolsas, nada podía hacer que no le entrara arena de la playa.

La tortilla solía ir a la playa con su amigo el pimiento, que también opinaba lo mismo sobre la playa, ¡era un asco para ellos!

Un día, una niña se dio cuenta que la tortilla y el pimiento Sigue leyendo

EL CANGREJO MORENITO

Érase una vez un cangrejo que vivía en una playa del sur de España. El resto de cangrejos le llamaban Croqui, porque le gustaba mucho rebozarse en la arena y ponerse como una croqueta.

 

Cuentos cortos - El Cangrejo morenito

A Croqui le gustaba mucho la luz del sol, y cuando llegaba el verano se volvía loco por coger el mejor sitio de la playa para tomar el sol.

Siempre estaba muy moreno, pero nunca hacía caso de las recomendaciones de los cangrejos más mayores.

Los cangrejos adultos le decían que se pusiera crema protectora, para evitar las quemaduras que el sol le podían provocar en su caparazón, pero él decía que eso no le iba a hacer daño.

Un día de verano, con un sol espléndido, estaba Croqui tomando el sol, cuando de repente empezó a oler a quemado. «¿Qué es lo que estarán quemando?«, pensó.

Hasta que se dio cuenta de que estaba saliendo humo de una de sus patas, y que se estaba chamuscando. Así que, corrió y corrió para meterse en el agua a refrescarse.

Después de salir del agua, Croqui observó las quemaduras que tenía en la pata, y se dio cuenta de que si hubiera hecho caso a los cangrejos más mayores, no se hubiera quemado.

Croqui aprendió que, el sol en la playa, hay que tomarlo con protección. Además, cada vez que nos bañamos tenemos que volver a echarnos crema, para que no nos pase como a Croqui el cangrejo morenito.

FIN

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EL VERANO PARLANCHIN

Érase una vez, una estación del año, llamada verano, a la que le gustaba mucho el sol. Le gustaba tanto el sol, que se pasaba hablando con él todo el día. El sol era su mejor amigo, y para el sol, el verano también era el compañero más agradable.

El sol estaba todo el día aburrido, sacando sus rayos hacia la superficie de la Tierra, sin hacer nada más, por eso, cuando el verano hablaba con él, se distraía y pasaba un buen rato.

Cuentos cortos - el verano parlanchin

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EL TIBURON BUENO DE LA PLAYA

Había una vez, en un país muy lejano, una playa plagada de tiburones, en la que nadie se podía bañar.

Los pocos humanos atrevidos, que alguna vez se bañaron, fueron devorados por los tiburones, en cuestión de minutos. La playa había sido cerrada al público, por su peligrosidad.

 

Cuentos cortos - el tiburon bueno de la playa

Sin embargo, un valiente nadador, amante de los animales, llamado Alberto, tenía un plan para que esa playa pudiera llenarse de bañistas, tranquilos de no ser devorados por los tiburones.

Un día, Alberto cogió una lancha motora, y se dirigió a un peñón que había cerca de la playa, allí estableció su campamento base para realizar su plan.

Lo primero que hizo fue establecer contacto con los tiburones, y observar su comportamiento. Así, pudo descubrir a un tiburón de entre todo el grupo de tiburones, que destacaba por su tranquilidad, armonía y aparente falta de agresividad. Alberto le puso nombre a este tiburón, «se llamará Fredi», pensó Alberto.

Alberto permaneció en su campamento base, aprendiendo sobre los tiburones, y sobre todo, interpretando su lenguaje.

Una vez que consiguió aprender a escuchar lo que decían, aisló al tiburón más tranquilo al que llamó Fredi, y empezó a comunicarse con él.

Al principio, Alberto no se entendía del todo bien con él, pero poco a poco fue interpretando sus gestos y movimientos.

Llegó a entender muchas cosas, entre ellas que a Fredi no le gustaba comerse a los humanos, que lo que se comía cuando su grupo iba de caza, eran las aletas de buceador que a veces llevaban los imprudentes nadadores que se metían en la playa.

Todo estaba tranquilo, hasta que un día, consiguió entender que Fredi le estaba dando un mensaje importante: «Márchate de este lugar, Alberto. Mis compañeros de grupo tienen planeado comerte…» Sigue leyendo

EL CUADRO DE LA PLAYA

Érase una vez un pueblo llamado Benidorm, en el que había una playa muy grande que se llenaba todos los veranos.

Allí vivían Julián y Belén, dos madrileños. A ellos les gustaba mucho la playa, por lo que sabían que no se irían de Benidorm.

Un día pensaron, que cuando se hicieran mayores, y no pudieran viajar, les gustaría que sus futuros nietos pudieran estar con ellos. Y ya que creían en la magia, idearon un plan para poder estar con sus nietos cuando fueran más mayores.

 

cuentos infantiles - el cuadro de la playa

Julián era buen pintor, y pintó un cuadro de la playa de Benidorm. Detrás de ese cuadro, Julián y Belén, dejaron una nota pensando en sus nietos en la que pusieron lo siguiente: «Pensad en vuestros abuelos, y apareceréis en la playa de Benidorm con nosotros

Julián y Belén regalaron ese cuadro a sus hijos para cuando tuvieran nietos, y les dieron instrucciones para que ese cuadro lo vieran sus nietos y lo tuvieran en su cuarto.

Años después, los nietos de Julián y Belén, tuvieron ese cuadro en su casa de Madrid.

Los nietos, que eran muy curiosos, preguntaron a sus padres que de dónde había salido, y los padres les dijeron que se lo habían regalado sus abuelos y que debían tenerlo ellos en su habitación.

Seguían teniendo curiosidad por el cuadro, y un día, lo descolgaron de la pared y descubrieron la nota de sus abuelos en una esquina del marco. Así que decidieron seguir las instrucciones de sus abuelos.

Entonces descubrieron, Sigue leyendo