Para que un niño de la edad que sea, rinda en clase y aprenda todos los contenidos planificados durante una jornada de trabajo completa, necesita un estímulo adicional al mero hecho de estar en clase con sus amigos y jugar en el recreo con ellos.
¿Alguien se ha parado a pensar qué sería de los niños si desde por la mañana el buen humor reinara en sus pequeñísimas vidas?
Cuantas veces los niños se levantan de la cama protestando porque algo no les cuadra en ese instante y quieren cambiarlo a toda costa, a pesar de las prisas de la mañana, del mal dormir de los padres o del llanto insostenible del bebé.
Esta situación desde el hogar se puede cambiar fácilmente, o seguro que eso intentan los padres, con una sonrisa, con promesas para el final de día, o con la actitud de educadores de libro: «cuando te tranquilices, hablamos».
A pesar de los intentos de los padres, los niños no llegan convencidos a sus escuelas, llegan con cara de sueño, cansados, agotados si es final de semana, y con poca motivación y seguridad en sí mismos. Porque la rutina les consume, y están pidiendo sin decirlo, una estimulación extra.
Esa estimulación extra la puede dar el aula, la gestión del profesorado de sus propias aulas y alumnos, con una inyección de buen humor mañanero que puede que sirva para que esos niños agotados piensen que ir al colegio es tan divertido, como jugar con sus amigos, hermanos o padres en el parque o en casa.
¿Cómo infundir ese buen humor desde las aulas?
Si a la hora de entrada de los niños en sus clases, de repente empieza a sonar por los altavoces de los patios, música alegre y motivadora, que sin querer arranque una sonrisa a los niños y a los padres, se estará consiguiendo dar un paso más hacia el perfecto buen humor.
Si al entrar en clase, los profesores reciben a sus alumnos con una amplia sonrisa, un beso o un baile al son de la música que está sonando, esto, es otro paso adelante.
Durante la jornada de aprendizaje escolar, pueden surgir situaciones diversas donde el buen humor y la alegría sean los principales protagonistas, con música, canciones, anécdotas, chistes, risas incontroladas…, además de esta forma, los contenidos se asimilarán acompañados de ese sentimiento de bienestar, y se aprenderán antes.
Al final del día escolar, la despedida se puede hacer de la misma manera, alegres por haber superado el día con éxito, por haber aprendido tantas cosas, y porque de nuevo se vuelve a la seguridad de los padres y el hogar, imprescindible para el correcto desarrollo de los más pequeños.
De esta forma simple y educativa, los efectos del buen humor en el día a día, serán muy motivadores para todos los implicados en el mundo de la educación.
Los primeros beneficiados serán los niños que agradecerán ir al colegio, irán contentos y felices por poder compartir algo más que un libro de texto o una cartulina.
Los padres sentirán que dejan a sus hijos en un lugar tan seguro como su casa, y eso tranquiliza enormemente a los padres, que preocupados por el bienestar de los pequeños, pueden llegar a ver monstruos donde sólo hay duendecillos.
Y por último, los profesores, que al recibir y despedir niños contentos y motivados por las tareas del aula, sentirán una energía adicional que les hará pensar y creer en la gran labor educativa que ejercen.
Hacer que el buen humor reine las vidas de niños y mayores es una labor que empieza desde uno mismo. ¡Empieza ya, y comprueba el maravilloso mundo del buen humor!.
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Seria ideal; para que desarrollen de una manera espontánea y más fácil sus labores cotidianas.