Cuento Infantil para niños, escrito por: Carlos Alberto Navarro
Con apenas tres añitos una linda niñita jugaba a ser princesa, con un bello vestido del color del cielo y las estrellas brillando a su alrededor, de un cabello muy hermoso y de unos enormes ojos color café. María Lucia jugaba y jugaba esperando a su príncipe que llegue en su hermoso caballo.
Toc, toc, toc,… sonó la puerta, susurrando se escuchó… – «¿se durmió mi princesa?» – Preguntó el caballero.
Muy cansada y entre dormida a lo lejos ve al príncipe que la coge de la mano y se queda profundamente dormida. Abrazada de su pequeño y gran amigo colita (un muñeco de trapo de color rosado y ojos pequeños, el que lleva en una de sus manos una cinta de color rosa).
Maria Lucia como toda niña de su edad tenía miedo a la oscuridad, al lobo a los insectos y al mayor de todos sus miedos, al doctor.
Un día caminando por la calle un anciano se le acercó al papa de Maria Lucia y le dio cuatro lindos cuentos.
El primer cuento “Mi amiga la oscuridad” un lindo relato del señor oscuridad y sus grandes historias, la señora sombra se convertía en un lindo conejo por el campo o una grande y fuerte ballena, de una linda mariposa a un gran dragón; o un lindo muñequito.
Entretenida y muy contenta, todas las noches esperaba la bella princesa el relato de su príncipe quedándose dormida profundamente.
Muy temprano al día siguiente, Maria Lucia cogió el cuento para ver las figuras y contarle a su querida mamá que ella ya no le tenga miedo a la oscuridad y que papá antes de dormir le contaría el cuento y de cómo la magia de la luz transformaba las sombras feas en bellas imágenes. Muy contenta y sonriendo cogió a sus muñecas y les relató tan bellas historias.
Con la puesta del sol Maria Lucia fue al tocador de su mamá, pintó sus ojos y boca de un color intenso rosado, se puso el más bello de sus vestidos y caminó de un lado al otro con pequeños pasos cantando entre dientes y arrastrando los zapatos de mamá.
– «¡Que linda!» – Exclamó la mamá. – » Y que bien huele! ¿ a dónde se va mi bella princesa?».
Se está haciendo de noche y ya viene papa para que me lea otro cuento, toc,toc toc, sonó la puerta.
– «¡Soy yo! – Dijo papá.
Corrió la niña por el pasillo de la casa directo al sofá, clok , clok, cayeron los zapatos de mamá al piso. Papi, papi, papi, cuéntame un cuento. Maria Lucía había escogido «Pepito y el Lobo», un cuentito que trataba de un niño de campo, que se encuentra en el bosque un lobo bebe y lo cría con amor, este lobito se convierte junto a pepito en un lobo grande y muy fuerte. Este lobito lo cuida, protege y juega mucho, pasando por peligros, amor y fidelidad, de ser su mascota a ser su gran amigo.
Una historia de ternura que le cambia el sentimiento de terror a un sentimiento de amor hacia los animales. Por fin comprendía Maria Lucia que no todos los lobos son malos y que hay lobos buenos, aprendiendo a cultivar buenos sentimientos.
Ya muy cansada abraza a su muñeca, cierra sus ojitos, mientras su papá la mira y cobija con ese amor de padre que no se puede describir, solo soñar.
Al día siguiente Maria Lucia cogió a su muñeca, tacitas, platos y corrió al jardín a jugar, arrancó hojas y todo lo que pudo del jardín , en un lado coloca a su muñeca y le pone un platito junto con hojitas, y al otro extremo a otra muñeca y también le pone un platito sin darse cuenta de la señora araña.
– «Auuuu, auuuu». – Dijo Maria Lucia.
Le había picado la señora araña, mamá corrió y mirándole la mano que se le ponía roja llamó al doctor y dándole el jarabe la pequeña princesa se quedó dormida.
Al despertar papá estaba a su lado con un pequeño cuento que decía “insectos “. Le relataba la historia de cómo los insectos cuidaban el jardín y como las hormigas trabajaban mucho, las abejas saltaban de flor en flor y llevaban el polen para convertirse en la rica miel que tanto le gustaba a ella. Explicándole que todos tenemos que cuidar las plantas que sentían si les arrancaban sus hojitas y que se ponían muy tristes, que las hojas y las plantas son la casa de todos los animalitos e insectos que tiene una tarea en la tierra, que al igual que los animalitos cuidan su hogar así como mamá y papá la cuidan ellos también. Comprendiendo Maria Lucia siguió jugando y le pidió a mamá que jugase con ella.
Ya muy de noche tocaron la puerta.
– «Toc toc toc».
– «¡Quien!». – Dijo papá.
– «Soy yo, el doctor». – Dijo una voz gruesa. – «Vengo a ver a Maria Lucia».
Corriendo se quedó detrás de papá y cogiendo fuerte de su pierna se puso a llorar, mamá se agachó y abrazó a la princesa y la sentó en sus piernas. El doctor revisó a la pequeña y quedó en regresar al día siguiente.
La niña estaba muy asustada y antes de dormir papá le contó el último cuento que trataba de un anciano de buen corazón, que curaba a todos los animalitos heridos en el bosque, pero que un día este anciano calló muy enfermo porque fue picado por un insecto venenoso y como el doctor lo curó, siguió curando en el bosque.
En una parte del relato el doctor le decía al anciano:
– “Abre tu boca muy grande y saca la lengua, déjame escuchar tu corazón y respira profundo, voy a escuchar tu respiración. Déjame ver tus oídos» –
Mirando por dentro un aparato con una pequeña luz en la punta, miró primero el oído derecho y luego el izquierdo.
– «¿Estás mejor?». – Le dijo el doctor.
– «¿Papá se salvó el viejito que cuidaba a los animalitos?».
– «Sí». – Le dijo papá.
La niña se quedó más tranquila y contenta se durmió la bella princesa.
De regreso a casa al día siguiente mamá jugaba con Maria Lucia y esperaban al príncipe que llegue en su hermoso caballo, se hacía de noche y la hora pasaba y no llegaba como de costumbre, la bella princesa subía lentamente a su cuarto, abrazada de su muñeca, de camino por el corredor escucha una voz que le decía:
– «Mi princesa!».
Se giró la niña sorprendida, corrió a los brazos de papá. Sentados junto a la Reyna sacó cinco cuentos nuevos, «El niño más fuete del mundo», «Sofía la pequeña genio», «La soledad creativa», «Memito el ángel y migajas de pan en el camino».
FIN
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